escalera de color


Solía espiarla. Camino del colegio. Estaba escondido detrás de la repisa de la escalera. Y cuando cruzaba el umbral del edificio, cogía mi cartera y bajaba los escalones de dos en dos hasta la calle. Luego volvía a mis quehaceres. Camino de casa me gustaba pensar que la había perdido, que no volvería a verla, que su cuerpo efímero, de la consistencia de la gelatina, se había perdido. Pero sólo hasta mañana, decía después. Sólo hasta mañana, decía, cuando estaba a un escalón de estar convencido de su pérdida irremediable.
Texto: Antonio Aguilar Rodríguez.


Fotografía: Juan Bautista Martínez Guevara.
Fotografía impresas con licencia, en casa de Antonio Lorente Solano.